Respuesta de Fabio Rubiano a Héctor Abad Faciolince
2 de Abril del 2012
El pasado 25 de marzo, Héctor Abad Faciolince escribió una diatriba contra el teatro en su columna
de “El Espectador”. Confesó que era fóbico a esos espectáculos ridículos que considera que están
muertos en vida. Fabio Rubiano, director del Teatro Petra, decidió escribirle una carta como
respuesta, que aparece publicada en su nuevo blog y que Arcadia comparte con ustedes.
Esta fue la respuesta de Fabio Rubiano, publicada el primero de abril en su blog:
hayteatro.blogspot.com
Respuesta a ‘Contra el teatro’. En forma de carta a Héctor Abad Faciolince por su columna contra el
teatro.
El miedo provoca lo temido
He conocido gente con fobias, y muchas veces
lo peor que puede hacer alguien con esta
patología es hacerla pública porque
de inmediato comienzan a asustarlo con eso.
Las casas de las bromas están llenas de insectos,
sapos, ratas, culebras, además de penes, vaginas
y excrementos de plástico. Todo en aras de
producirle risa a alguien a costa del miedo del
otro, del sufrimiento del otro. Los gestos
de la gente que entra en pánico ante aquello
que lo descontrola son impresionantes: la boca
se tuerce para un lado que nunca imaginamos,
los ojos se desorbitan, hiperventilan, se agachan
como si fuera a caer una bomba; gestos que,
según usted en su columna, son los que odia.
Lo paradójico es que queda la sensación al leer
su penoso artículo, de que es usted quien hace
los gestos a los actores cuando nadie lo está
asustando, está sacando la lengua cuando no
hay mimos persiguiéndolo, contrae los músculos
de la cara y crispa las manos sin que se asomen
por la ventana de su casa actores con máscaras
griegas. Está haciendo muecas solo. ¿Cuál es
la razón para que sea usted quien haga los
gestos que tanto odia? Y los exhiba. Además
está mostrando sus heridas, el desorden de sus
neurotransmisores (las fobias lo producen),
sus trastornos, ¿para qué?, ¿para que lo
compadezcan, lo perdonen?
Para las fobias hay tratamientos. Bien podría
curarse y volver algún día a teatro. Va a tener
que ver muchas obras malas para alcanzar una
buena, así sucede también con la literatura.
Y sí, lo sé, hay gente que dice que la novela ya
se escribió y que no hay que escribir más, de la
misma manera que usted dice que el teatro ya
no está vivo. Afirmaciones temerarias, pero ya
de lugar común, como el fin de la historia, fin
del arte, fin del fin. Apocalípticos de catálogo.
Al ver el título me emocioné, pensé que había
argumentos sólidos, pero casi de inmediato llegó
la sorpresa y la vergüenza. Habla usted del amor
al cine donde no hay esos gestos feos del teatro
que le crispan. Si tanto horror le producen,
supongo que odiará el cine expresionista
de los años 20 donde nada de lo que allí sucede
se parece a la realidad, que es una de las
exigencias que usted hace, o intuyo que detesta
Kusturica por lo antinatural de la gestualidad,
o que también siente fobia con algún Kurosawa.
En su reemplazo asumo que disfruta más las
películas basadas en novelas de Jane Austen o
las hermanas Brontë, donde todo es muy limpio
y los gestos medidos.
En esa misma línea sospecho que no disfruta
usted la pintura de los expresionistas, o de
los objetivistas como Otto Dix o Gorge Grozs,
o que no aguanta ver a Lucian Freud o a Odd
Nerdrum donde ahí sí que hay gestos grandes
y feos (para usted, no para mí), y que prefiere
cuidarse su fobia viendo a los que “no hacían
gesticulaciones enfáticas y sí sabían como era
que se pintaba”.
Imprecisiones
Hay que aclarar, entre otras cosas, las
imprecisiones frente al teatro que aparecen en
el artículo. Hay gente que compra sus libros
y lee sus columnas, entre esos yo, y pueden
quedar con información errónea.
1. Homero no escribió teatro, de hecho no
escribió nada. Narraba, y como era ciego, a lo
mejor también haría muecas repugnantes para
los fóbicos de los gestos. Los cantares de gesta
se hicieron casi 20 siglos después de Homero.
Eso usted lo debe saber, no sé por qué lo
confunde.
2. Cuando dice que a quién se le ocurriría hoy
hacer cantares de gesta, recuerdo que fue
lo mismo que le dijeron a Cervantes cuando
escribió una novela de caballería en una época
en que el género ya estaba pasado de moda. Hay
gente que escribe lo que está de moda
en el momento oportuno. Los de teatro por
lo general hacemos no lo que esté de moda,
sino lo que creemos que es necesario.
3. Los actores de cine que usted admira pasaron
por escuelas de teatro, y la formación no
consistía en tirarse al piso y empelotarse, eso
es básico. Hay muchas más cosas que hacer,
con emociones o con técnica, años de trabajo.
Esos grandes actores de cine no son actores de
cine, son actores, y siempre regresan al teatro.
Mínimo una vez cada año, decía Mastroianni,
y el consejo lo siguen muchos. Lo hace Philip
Seymour Hoffman hoy en día (está en cartelera
con “La muerte de un agente viajero de Miller”),
lo hace William Dafoe permanentemente con el
Wooster Group. Los pocos buenos actores que
hay en nuestra televisión ¿adivina usted
de dónde salieron?
4. Aquello de que el teatro moderno involucra al
público es una afirmación destemplada.
Ese teatro moderno del que usted habla es de
los años 60 y 70 con el furor del Open Theater
o el Living Theater. Hoy en día eso no es para
nada común, se usa en algunos espectáculos
de calle o en números de payasos o magia.
Espectáculos como “Fuerza bruta” o “Villa
Villa” sí involucran a los espectadores; a veces
descienden del cielo actores con arneses y
se llevan consigo algún espectador. Las colas
para verlos son interminables y los asistentes
ruegan por ser ellos los “elegidos” para volar. De
antemano saben a lo que van.
Con la Fura dels baus, agrupación catalana,
uno está advertido de que en algún momento
el teatro se puede incendiar, hay obras con
encierro, incendio y bomberos. A mí no me
parecen los mejores espectáculos en cuanto a
lo esencial del teatro, pero supongo que en este
último caso, cuando usted está entre las llamas
y llevado en brazos por un bombero actor,
sí se cumplen sus expectativas de verosimilitud.
5. Dice usted que el teatro es falso. ¿Me podría
decir qué obra de arte no lo es? Primera clase
del primer día: el arte no es la realidad, es una
construcción poética, lírica, dramática…etc.
De hecho la realidad también es falsa, todos los
días se dicen verdades que no lo son.
6. El teatro no es como usted dice inofensivo,
ni inocente, mucho menos útil; cuando se
vuelve útil deja de ser arte. Ni siquiera fue útil
cuando cumplía funciones pedagógicas en el
siglo XIX en Colombia. Es un trabajo minucioso,
puntual, de corrección permanente para que
se vea exactamente lo que se quiere decir, para
poder ser lo suficientemente ético en lo que se
plantea, para no estar al servicio de nadie,
no ser útil para nadie. No es inocente, porque
lo que se diga y haga puede insultar, o asustar,
como a usted; y no es inofensivo, muchas
veces ofende. “Casa de muñecas” ofendió a
la sociedad noruega; “Las brujas de Salem”,
a la norteamericana; todo el teatro abierto
argentino ofendió a la cúpula militar, por eso
les incendiaron el teatro; La Candelaria ofendió
también y varias veces fueron allanados
y les confiscaron los fusiles (eran de madera,
de utilería).
7. El cine no es teatro moderno. El cine es hijo
del teatro, lo que pasa es que es un hijo
que se volvió rico y a pesar de todo siempre
regresa a casa a pedir consejos. El cine muestra,
el teatro alude, evoca. No montamos en un
escenario cien soldados a caballo, pero hacemos
que se sienta que ya van a entrar. En el cine
de hoy tampoco son de verdad, lo siento. Las
tropas multitudinarias son por computador,
ojalá eso no lo aleje también de las salas de cine.
Ah, y las muertes son de mentiras y la sangre
también. Como en el teatro.
Tratamiento
Solo espero que usted haya escrito eso
por congraciarse con alguien, o por apresurado,
por cumplir con su columna. Quiero pensar
eso, que en medio del apresuramiento cometió
errores no solo históricos, de concepto
y de argumentación, sino de redacción,
como unir Homero y cantar de gesta. Ojalá
algún día rectifique.
El teatro es más de lo que usted dice. Y los
actores son más que sapos. De hecho, han sido
los menos sapos con el establecimiento y con
los poderes económicos.
Yo le tengo un poco de miedo a ciertos sapos,
y podría pensar que al escribir usted un artículo
(con gesto y muecas de alabanza) a alguna
persona, en el momento oportuno, se comportó
como un sapo, y podría pensar también
que son pocos los teatros que le gustan, y
que ante ellos no haría gestos de pánico sino
reverencias. Si ese gesto cercano al de un sapo
no me dio miedo, debió ser porque uno de los
tratamientos efectivos contra las fobias es la
exposición a lo temido, o porque tal vez usted
no lo sea.
De todas maneras lo invito a que se trate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario